Por Sangregorda

Siempre lo digo, que vengo de un país con una antigua y arraigada tradición católica, y la razón de que me repita tanto es que creo que nadie vive en un vacío cultural, por lo tanto muchas de mis opiniones y puntos de vista están determinados por mi propia historia, la de mi familia y la de mi país.

 En concreto, la historia de mi país está inexorablemente entretejida con la de la Iglesia Católica, hasta el punto de que esta última ha puesto y depuesto reyes, reinas, gobernadores, presidentes, leyes, gobiernos y todo lo que se le opusiera, con mano de hierro y sin la más mínima vacilación. Desde el confesor de la reina Isabel la Católica en 1490 hasta el párroco de un pueblecito cualquiera del año 1940. Uno porque influía para matar a miles, otro porque podía llevarte a la muerte si no ibas a misa, señal clara de que eras un “rojo”.

 ¿Toda la influencia fue mala? ¿Todos los líderes católicos fueron sanguinarios? Ni muchísimo menos. Pero colectivamente influyeron tanto y tan poderosamente que ahogaron la libertad, la proscribieron.

La historia de España, en sus capítulos más oscuros, esta llena de sotanas.

 La libertad religiosa llegó a España para quedarse tras la muerte de Franco, Caudillo por “la Gracia de Dios”.

 Pero la libertad religiosa, para muchos de nosotros, no es suficiente. Queremos además un estado laico, queremos a la religión fuera de las instituciones. Completamente.

 Esta defensa del LAICISMO puede sonar extraño viniendo de una persona que se define como religiosa practicante, y de hecho, cuando converso con otros miembros de mi iglesia sobre este tema del laicismo se asombran de mi posición. Alguno me ha llegado a preguntar porqué quiero a Dios fuera de las instituciones.

 No es a Dios, sino a la religión a la que quiero fuera de las instituciones.

A todas, incluida la mía.

Quizá Dios pueda estar a través de hombres honestos que legislen sabiendo que serán responsables ante Él, en caso de que sean creyentes (lo cual, visto lo visto, no parece una gran garantía) pero para la religión y el dogma no puede haber lugar cuando se pretenda un mínimo de autonomía y libertad.

De hecho la Iglesia SUD, en principio, respalda esta posición. Toda la sección 134, especialmente su versículo 9, es una declaración abierta de la creencia en la separación de iglesia y estado, pero por si esta sección no dejara las cosas suficientemente claras, la Primera Presidencia, en una declaración del año 1907 dice lo siguiente:

 “La Iglesia de Jesucristo sostiene la doctrina de separación de iglesia y estado; la no interferencia de la autoridad eclesiástica en temas políticos; y la absoluta libertad e independencia del individuo en la consecución de sus deberes políticos…

“Declaramos que como principio y norma favorecemos:

“La absoluta separación de iglesia y estado;

“La no dominación del estado por la iglesia;

“La no interferencia de la iglesia en las funciones del estado;

“La no interferencia del estado en las funciones de la iglesia o el libre ejercicio de la religión.

“La absoluta libertad del individuo de la dominación de la autoridad eclesiástica en asuntos políticos;

“La igualdad de todas las iglesias ante la ley”

(traducción libre – In Clark, Messages of the First Presidency 4:153 citado en el manual de instituto on line, en inglés, de Doctrina y Convenios)

 DyC134:9 – No creemos que sea justo confundir influencias religiosas con el gobierno civil,…

 Y sin embargo me he encontrado con un retorcido argumento últimamente, defendido por algunos miembros de gran relevancia, que me gustaría comentar aquí.

Lo que estas personas dicen es que la libertad religiosa está en peligro y afirman que lo está basándose en lo siguiente:

1 – hay personas que creen que son responsables ante Dios por lo que hacen (religiosas)

2 – esas personas son buenas

3 – favorecer a esas personas favorece un sociedad más justa en la que crezcan nuestro hijos

4 – nosotros (las personas justas y buenas por religiosas) tenemos que tener el derecho de aportar nuestra conciencia religiosa en los asuntos públicos.

5 – la conclusión es que si no se deja influir a las religiones entonces se está limitando la libertad religiosa.

Se me ocurren al menos los mismos motivos para decir lo contrario:

1 – hay personas que creen que son responsables ante Dios por lo que hacen muchas de ellas son religiosas y/o fanáticos ¿quién las distingue?

2 – esas personas no siempre son buenas (er… las Torres Gemelas las tiraron abajo personas que estaban convencidas de ser responsables ante Dios por lo que hacían)

3 – se me ocurre un buen número de países cuyos gobiernos están fuertemente influidos por religiones cuyas sociedades no son más justas ni por asomo.

4 – aportar conciencia religiosa a los asuntos públicos ¿qué significa? ¿influir? ¿presionar?

5 – ¿cómo? ¿La libertad religiosa no era que cada uno adore como, cuando y lo que quiera? ¿Ahora la libertad religiosa es que las religiones sean libres para influir y hacer presión a las instituciones?

 Yo creo, hermanos, que hay que volver a lo más básico:

NO CREEMOS QUE SEA JUSTO CONFUNDIR INFLUENCIAS RELIGIOSAS CON EL GOBIERNO CIVIL.

Esto es básico porque la religión no debate sus creencias, no las somete a consenso. La religión basa su código en creencias y dogmas que sólo son válidos para quienes creen en ellos, por lo tanto su imposición es nociva cuando no resulta sencillamente inútil.

Las leyes se acuerdan, se debaten y se imponen.

Las creencias no.

 ¿Es el laicismo sacar a Dios de las instituciones? Bueno, yo creo que si DyC es un libro canónico y por tanto la palabra de Dios apoyar sus planteamientos es apoyar lo que Dios quiere.

¿Qué piensas tú?